domingo, 6 de noviembre de 2011

EL MITO DEL PENSAMIENTO

El mito del pensamiento
R. A., Sonia

Cuentan las mentes pensantes, que las gente hablamos automáticamente. No entendían para que necesitábamos cerebro sino lo utilizábamos. Entonces, un día, decidieron hacer un viaje, un viaje muy profundo. Buscaron a un espécimen, durante años, que aparentemente pensaba antes de hablar.
Estas mentes, preocupadas e inquietas porque los cerebros no funcionaban, decidieron introducirse en el cerebro de ese ser, que parecía pensar antes de hablar. Cuando llegaron a su cerebro solo se encontraron con polvo, cintas, gomas y engranajes rotos y oxidados. En ese momento las mentes se quedaron perplejas por tal panorama, tan insólito. Confusas, huyeron de aquel cerebro, rápidamente, por temor a que estallara. Dejaron sus enseres en el lugar.

Extrañadas y acongojadas, las mentes decidieron hablar con ese individuo, telepáticamente, porque entre sus bártulos se encontraba el arte de la palabra dorada. Al usar la telepatía activaron dicho arte, entonces el ser empezó ha hablar, hasta que su saliva se convirtió en oro liquido, pero aún así, sus palabras seguían siendo oscuras, sencillas y básicas. Las mentes se dieron cuenta de que lo que había visto dentro de su cerebro era obra de tanto tiempo sin usarse.
Pasado su miedo, decidieron volver a entrar, al llegar una niebla opaca no les dejaba ver más allá de su nariz. Las mentes angustiadas por la situación, pero a su vez curiosas, decidieron esperar a que la niebla, creada por tantas épocas de polvo acumulado, se asentase. De tanto esperar se quedaron dormidas, cuando despertaron, se toparon con que sus pertenencias ya no estaban donde las habían perdido.

El pequeño arte, apareció sucio, llorando, desconsolado y sin voz. Cuando por fin se empezó a desvanecer la niebla y hubo nitidez suficiente, las mentes descubrieron que aquel cerebro realmente era una hermosa biblioteca, llena de mil libros, conocimientos y pensamientos, ese lugar olía a libro nuevo, pues al sacar uno de ellos de la estantería, aparecieron unos soldados armados con lanzas de cristal ensartadas de letras rojas. Las mentes, dejaron caer el libro y al chocar contra el suelo, se quebró en cuatro pedazos, pero, se mantuvieron unidos porque los libros mantenían su sello de libro nuevo y sin usar. El libro al caer originó un gran estruendo,  el pequeño arte de la palabra, asustado, confirió un alarido agudo y chirriante, y se refugió tras las mente más joven y fuerte. El pequeño se aferró a las piernas de la mente, repentinamente, bajos las lanzas amenazantes de los soldados, el arte se volatilizó, en ese instante se fundió con la mente joven. Todos los presente se desmayaron, las lanzas cayeron. Pasadas unas horas despertaron y se encontraron el suelo se encontraba ensangrentado al clavarse las lanzas rotas en él. Todos trataron de gritar, pero solo les salió un gemido mudo, excepto la mente joven que gritó tan fuertemente que todos los libros del as estanterías comenzaron a desmoronarse desde las más altas torres de la biblioteca, impactando contra el suelo, haciéndose mil añicos. Un destello ilumino la biblioteca entera y los deslumbró, las mentes se desplomaron hacia atrás, cayendo por suerte en unos mullidos sofás de terciopelo negro. Conmocionados los soldados se echaron al suelo en posición de alabanza, atónitas, las mentes se miraron las unas a las otras y descubrieron que cada una tenía una corona de un color específico, azul, rojo, verde y amarillo. Al parecer todo estaba previsto pues las mentes se sentaron en el orden perfecto a sus voluntades.

La corona azul pertenecía a la mente joven, fuerte, con capacidad de hablar. Inmediatamente parte de ese destello que los deslumbro se atenúo y se volvió azul y los libros, rotos del suelo, se reconstruyeron con bonitas cubiertas de cuero azul, entre los que se leían títulos como deporte, juventud, vitalidad, energía, etc. Esto mismo paso sucesivamente con el resto de coronas. La verte, encargada del pensamiento fue la que más estanterías y libros poseía, pero peculiarmente todos tenían el mismo nombre, reflexiones, y la mente de la corona verde, cada vez que miraba las estanterías, aparecía un nuevo libro verde, con cordones dorados, suspendido en el vacío, el libro de autoescribía con cada mirada de la mente, en su autoescritura centelleaban las palabras emitiendo colores que nadie conocía, maravillando a todos los presente.

La corona roja, era la más especial pues disponía de un súbdito que curiosamente era el corazón, la corona significaba sentimientos. El súbdito en su momento se convertía en un fiel consejero. Los libros rojos estaban repletos de fotografías antiguas y bonitos recuerdos de amor e infancia. La mente de la corona roja lloraba de tristeza y felicidad. El súbdito presentía que esto iba a pasar por eso ya iba preparado con unos ponitos pañuelos de seda roja para secar las lagrimas de su señor.

Finalmente la mente amarilla, feliz de su encargo, poseía y realizaba todas las demás tareas que las otras mentes no tenían ni querían realizar. Tan feliz de su encargo propuso celebrar un pequeño festejo en el que todos reían, cantaban y conversaban alegres de todo lo sucedido, pero en un momento determinado del a conversación, las mentes, se preguntaron al unísono ¿Qué que seria del sujeto en el que, por las circunstancias presentes, se había acaudalado?

Decidieron salir para encontrar respuesta a la pregunta y se encontraron con que ese ente se transformo en un en un humano. Se convertiría en el primer filósofo de la historia del hombre, y su labor fundamental se basó en enseñar a los demás humanos a pensar antes de habar. Poco a poco lo fue logrando y en el mundo reinó el bienestar  y el placer por el conocimiento. Es por ello que hoy en día hoy seguimos aprendiendo de las enseñanzas de los humanos, que nos preceden en el tiempo, y los libros.

Los libros, fuente escrita de todo conocimiento, creados del pensamiento, salían de las plumas de los meditabundos y escritores, para que el pensamiento se perpetúe hasta hoy y eternamente.

Porque el bien más valioso que los humanos tenemos.
Y es así como se creo el mito del pensamiento, que es la metáfora de un mundo que percibíamos en blanco y negro antes del viaje de las cuatro mentes y que ahora nos percatamos de que realmente es un mundo con color.

LonelyBlue

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